Desde la impresionante secuencia inicial de Utama (Nuestro hogar), sabemos que nos espera una experiencia intensa, mientras vemos el sol salir por encima de las montañas y oímos el viento susurrando por el altiplano andino. Un hombre, pequeño como un insecto, camina hacia el sol. Su respiración agitada se mezcla con la banda sonora. A través del lenguaje de los sentidos, somos capaces de captar la lucha por la supervivencia en una tierra donde la escasez de agua amenaza y condena a sus habitantes.
Alejandro Loayza Grisi, director y guionista, con experiencia previa como fotógrafo de imágenes fijas y director de fotografía en películas documentales, dirige esta coproducción entre Bolivia, Uruguay y Francia con confianza y sensibilidad, mientras que su padre Marcos Loayza, conocido cineasta boliviano, es uno de los productores. Los tres uruguayos del equipo – Federico Moreira como sonidista y productor, Bárbara Álvarez como directora de fotografía y el premiado Fernando Epstein (Whisky, Gigante, Monos) como montador- añaden su propia profesionalidad. El guión utiliza sólo diálogos esenciales y la mayor parte está hablado en quechua, la antigua lengua de los indígenas. Este idioma también está en peligro de extinción, ya que el español, la lengua de los conquistadores, se está imponiendo. La película no insiste forzadamente en este mensaje, sino que presenta esta realidad con pinceladas sutiles, cuidadosamente reveladas a medida que se desarrolla la narración.
La historia gira en torno a una pareja de ancianos, Virginio y Sisa, interpretados con discreta dignidad por actores no profesionales del entorno local, José Calcina y Luisa Quispe. Loayza ha hecho un trabajo magistral compartiendo su guión con ellos en talleres y permitiéndoles actuar con naturalidad y sin esfuerzo. Ellos nos muestran la familiaridad e intimidad de sus rutinas diarias, mientras el viejo pastor cuida de sus llamas y su mujer hila la lana o busca agua en un pozo lejano y casi seco. Los animales actúan como un coro y los zumbidos que emiten se convierten en una melodía. Con sus orejas adornadas con hilos de colores, las altivas cabezas de los animals parecen comentar la acción mientras siguen al pastor con paciente mirada. El cariño entre los humanos se expresa en términos tácitos: el obsequio de una piedra, el tejido de la ropa para un bebé.
La llegada de su nieto, llamado Clever, criado en la ciudad por su padre y educado sólo en español, altera los antiguos ritos y rutinas de sus abuelos. Nos hemos acostumbrado tanto a la ubicación fuera del tiempo que nos sorprende cuando Clever utiliza un teléfono móvil y lleva ropa contemporánea. Interpretado de forma convincente por Santos Choque, este nieto urbanizado insta a sus abuelos a abandonar la tierra reseca y emigrar para una vida más cómoda en la ciudad. Los demás personajes secundarios, que forman parte de una peregrinación religiosa a las cumbres de las montañas son menos espontáneos
El conflicto comienza a desarrollarse cuando Clever sufre el silencio taciturno de su abuelo. Éste reacciona a la presencia de su nieto con un amor hosco y resentido, y sufre la emigración de su familia como una ofensa a su propia herencia cultural e identidad. La comunidad está dividida entre los que quieren quedarse y los que están dispuestos a marcharse, y mientras observamos la tierra estéril y agrietada y las llamas moribundas, comprendemos su dilema. La cámara nos muestra a un enorme cóndor que vuela alto y luego se posa suavemente cerca del abuelo, que se prepara en silencio para su propia muerte. El cóndor también está en peligro de extinción, al igual que las culturas aymara y quechua ,que lo veneran como símbolo del ciclo de la vida, la muerte y el renacer.
La fotografía de Bárbara Álvarez capta maravillosamente la luminosidad de los paisajes del altas latitudes. Los calibrados ángulos de cámara son siempre sorprendentes, como cuando vemos al matrimonio descansando en sus camas desde un ángulo superior, o cuando vemos el rostro del pastor de llamas reflejado en el agua de una palangana.
El sonido es otra característica destacada de la película, junto con el selectivo uso de la música para realzar el drama y la desolada belleza del altiplano boliviano. Después de ser arrullados por el zumbido de las llamas y los susurros de la quena, el canto ululante de una mujer le da una sacudida emocional a la narración (la voz es la de Luzmila Carpio, una venerada cantante boliviana que utiliza el canto de los pájaros como inspiración). Fernando Cabrera, otro uruguayo del equipo, compuso la canción de cierre, que desata una emoción final.
Han pasado cincuenta y tres años desde que La sangre del cóndor, de Jorge Sanjinés, llevó las luchas de los indígenas bolivianos a los cines del mundo. Utama es una digna sucesora, que aborda oportunamente la doble amenaza del cambio climático y la extinción cultural. Es una película necesaria e imprescindible que se exhibirá ampliamente e impactará al público con su lenguaje cinematográfico urgente y primario.
Director y guionista: Alejandro Loayza Grisi
Reparto: José Calcina, Luisa Quispe, Santos Choque
Productores: Santiago Loayza Grisi, Federico Moreira, Marcos Loayza, Jean-Baptiste Bailly-Maitre
Fotografía: Barbara Alvarez
Diseño de producción: Valeria Wilde
Montaje: Fernando Epstein
Música: Luzmila Carpio, Verónica Pérez, Cergio Prudencio, Fernando Cabrera
Diseño de sonido: Federico Moreira
Sonido de localización: Fabian Oliver
Productoras: Alma (Bolivia), La Mayor (Uruguay), Alpha Films (Francia).
Ventas mundiales: Alpha Films
Muestra: Festival de Cine de Sundance (World Cinema Drama Competition)
En quechua, español
94 minutos