CineVerdict: La sociedad de la nieve

La sociedad de la nieve

Netflix

VERDICT: La caída del avión uruguayo en 1972 en los Andes es recreada respetuosamente y en gran detalle en “La sociedad de la nieve,” una película infartante sobre el desastre, que cierra el festival de cine de Venecia número 80, y es dirigida por J.A. Bayona, que ganó fama con “Lo imposible.”

translated by Patricia Boero

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El director español Juan Antonio Bayona sumerge al público en otra catástrofe memorable desgarradora, basada en una tragedia real, esta vez un accidente aéreo en los Andes, en La sociedad de la nieve. Casi tan infartante como su éxito de 2012 Lo imposible, con Naomi Watts y Ewan MacGregor luchando por sobrevivir durante el tsunami del océano Índico, esta producción de Netflix es un drama coral cuyas
docenas de personajes en su mayoría nunca pasan a primer plano, lo que hace que la identificación emocional del espectador con ellos sea mucho más contenida.

Aun así, la recreación que hace la película del famoso accidente de 1972 en la imponente cordillera de los Andes -el avión se dirigía a Chile con un equipo de rugby uruguayo a bordo- es posiblemente la evocación más aterradora de un desastre aéreo que nadie jamás quisiera ver, ni siquiera experimentándola indirectamente en una película. El terror está en los detalles, y al igual que Lo imposible mostró en su comienzo el abrumador poder de la naturaleza para descarrilar vidas humanas en cuestión de minutos, seguido de accidentes y secuelas, esta película está repleta de incidentes que suceden mucho después de que el pequeño avión se hiciera pedazos contra la montaña.

El accidente se produce a la media hora de película. Unos momentos de turbulencias y las bromas alegres y despreocupadas de los fornidos jóvenes de a bordo se silencian. Momentos después de que un miembro de la tripulación ordena tensamente a todos que se abrochen los cinturones, el avión entra en caída libre. Numa (Enzo Vogrincic), un estudiante de Derecho de 24 años que se unió a la fiesta en el último momento para complacer a su hermano, mira por la pequeña ventanilla ovalada segundos antes de que choquen contra la montaña y la cola delavión se desprende, succionando a muchos pasajeros por la parte trasera. Entonces el avión empieza a deslizarse por la nieve profunda entre gritos de dolor y terror.

Para los 29 supervivientes, esto es sólo el principio de un calvario de vida o muerte. En las dos angustiosas horas de película que siguen al accidente, sufren tempestades y avalanchas, frío y hambre extremos, y la muerte de familiares y amigos ante sus propios ojos. Sin embargo, gracias a un magnífico trabajo de montaje de Jaume Martí y Andrés Gil, el tiempo pasa volando sin que sobren escenas superfluas, mientras se desvanece toda esperanza de ser rescatados y aumenta la ansiedad de los sobrevivientes.

Tal vez el aspecto más notorio de la supervivencia del grupo fue su decisión colectiva, tomada una semana después de haber acabado con la escasa cantidad de comida a bordo, de ingerir la única fuente de proteínas de que disponían: los cadáveres de sus compañeros de viaje muertos, doce de los cuales murieron en el impacto y otros a causa de las heridas. Bayona y sus guionistas siguen la historia contada por los supervivientes al escritor Pablo Vierci con delicadeza y discreción, señalando lo repugnante que era para todos, pero también mostrando cómo era ineludible si querían seguir con vida.

Varias personas, como Numa, tenían objeciones religiosas y aguantaron más tiempo, pero al final no hubo más remedio si no querían morir de hambre. Los pequeños trozos de “bocados”; humanos cubiertos de nieve que mastican y tragan con dificultad parecen otra prueba que tienen que superar, una más de una serie que parece no tener fin. Al cabo de dos meses, la nieve empieza a descongelarse y un pequeño grupo de expedicionarios se pone en marcha para cruzar las montañas a pie en busca de ayuda.

Convirtiendo decisiones terribles como ésta en conmovedoras escenas entre seres humanos llevados al extremo, envueltos en la implacable partitura de Michael Giacchino, Bayona se aleja de los clichés dramáticos y del tipo de inútiles peleas internas que suelen afectar este tipo de dinámicas de grupo en la pantalla. Dadas las condiciones en las que vivían, sorprendentemente hay escasas discusiones y pocas voces alzadas, pero sí mucho cariño y compasión.

Varias veces se sugiere que la aterradora experiencia que viven estos desgraciados tiene un sentido. El comienzo mismo de la película plantea la pregunta crucial: ¿lo ocurrido fue una tragedia o un milagro? Al fin y al cabo, se trata del equipo de rugby Old Christians y una escena temprana los muestra en una iglesia abarrotada. “No hay mayor amor que dar la vida por los amigos”, escribe un hombre antes de morir, citando a Jesús. Otro hombre, cuya mujer murió antes de que pudieran sacarla de la nieve, afirma haber aprendido una lección casi mística de amor a los demás. Estos sutiles matices enriquecen una película que se niega a convertir a los muchachos en héroes fáciles.

La fotografía de Pedro Luque acentúa el contraste entre los supervivientes -heridos, hambrientos, congelados mientras las temperaturas caen por debajo de los 30 grados Celsius bajo cero por la noche- y el majestuoso silencio de los Andes cubiertos de nieve que los atrapan. El drama resulta tan visceral que las pequeñas inconsistencias pasan básicamente desapercibidas, como la forma en que una pequeña
radio de bolsillo puede captar una señal en un lugar tan remoto, o por qué varios de los hombres aparecen afeitados después de semanas y semanas de aislamiento.

A pesar de la ausencia de nombres internacionales en el reparto, La sociedad de la nieve cuenta con interpretaciones realistas y comprometidas, aunque sólo tres o cuatro personajes emergen, durante breves períodos de este absorbente y sobrio drama grupal.

 

Director: J.A. Bayona
Guión: J.A. Bayona, Bernat Vilaplana, Jaime Marques, Nicolas Casariego
basado en una novela de Pablo Vierci
Reparto: Enzo Vogrincic, Agustin Pardella, Matias Recalt, Esteban
Bigliardi, Diego Vegezzi, Fernando Contigiani Garcia, Esteban
Kukuriczka, Rafael Federman, Francisco Romero, Valentino Alonso,
Tomas Wolf, Agustin Della Corte, Felipe Otano, Andy Pruss, Blas
Polidori, Felipe Ramusio, Simon Hempe
Productores: Belén Atlenza, Sandra Hermida, J.A. Bayona
Fotografía: Pedro Luque
Montaje: Jaume Marti, Andrés Gil
Diseño de producción: Alain Bainée
Diseño de vestuario: Julio Suárez
Música: Michael Giacchino
Productoras: Netflix, Mision de Audaces
World Sales: Netflix
Lugar: Festival de Venecia (Fuera de concurso)
En español
144 minutos