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Con frecuencia le preguntan al escritor y activista LGBT+ Paul B. Preciado por qué no escribe su autobiografía. “Porque la pu** Virginia Woolf la escribió en 1928” es la respuesta de Preciado al comienzo de Orlando, mi biografía política, su debut cinematográfico. Y luego agrega: “y digo pu** de una manera tierna y llena de admiración”.
Orlando, mi biografía política figuró en el catálogo del Festival de Berlín -donde se estrenó el pasado mes de febrero- como documental. Justo ahí comienza la agenda disruptiva de la película. En la pantalla vemos a 24 personas, trans o no binarias, que se presentan con sus nombres reales y añaden: “represento a Orlando de Virginia Woolf”, luego leen partes de la novela. Los Orlandos se presentan entonces como en una película de ficción con guion. Después cada uno cuenta su historia, como en un documental clásico de cabezas parlantes. El director está utilizando todo lo que tiene en su caja de herramientas cinematográficas para contar la historia. Podríamos parafrasear a Virginia Woolf: “El documental –porque no hay duda de su género– aunque las convenciones cinematográficas de la época hicieron algo para disfrazarlo”
La película es una gran incorporación al incipiente canon del cine trans, pero la biografía del director –la clásica– se merece una película aparte. Preciado es un escritor y filósofo muy conocido entre los estudiosos mucho antes de que empezara a inyectarse testosterona. Esa época de su vida está narrada en su libro Testo-Yonqui. En esa época no estaba pensando en una reasignación de sexo; sólo quería experimentar con los efectos de la hormona, sin considerar sus consecuencias. El libro fue recibido con indignación por la comunidad médica, que temía que muchas personas pudieran seguir su ejemplo, con efectos potencialmente fatales. El libro sirvió como caja de resonancia para los activistas trans, que exigían mejor atención médica y terapias hormonales que respetaran los deseos de los pacientes.
Ser un académico ha sido muy útil a Paul B. Preciado en el momento de escribir el guion. Investigó y leyó a Orlando en el manuscrito original. Parece que tuviera la intención de sumergirse en el texto, en un equivalente al método Strasberg para guionistas. El elenco de Preciado memorizó fragmentos de la novela y luego añadió –o más bien bordó– sus propias experiencias en esas partes. El método funciona porque todo el elenco es articulado pero natural, incluso emocional, en sus presentaciones.
La dirección de arte es ecléctica. Algunos espacios como los consultorios médicos son sobrios, sin adornos; a veces los personajes se envuelven, como gatos, sobre estatuas. Hay telones de fondo teatrales con una estructura visible, como los paisajes nevados de la escena de la Gran helada. Luego hay un número musical, escrito por el director, que se asemeja a una producción de Almodóvar con esteroides.
Por momentos la película parece propaganda, pero a veces es un musical. Preciado encuentra una manera de transmitir su mensaje mientras entretiene a su audiencia. Todos los personajes e incluso un perro llevan un cuello isabelino manteniendo su ropa, o pelaje, cotidiano. Tal vez el cuello sea una forma de entrar en el personaje o de recordarle al público que parte de lo que está viendo es ficción.
La filosofía trans y no binaria está el núcleo de la película y se explica claramente. La voz en off del director, así como las voces de los “Orlando” que hablan con sus propias palabras, tratan de lo absurdo de las definiciones sociales del género. Cómo algunas personas desean fuertemente pertenecer a un sexo, pero otras simplemente quieren la ambigüedad. Todos ellos exigen respeto a lo que debería ser una elección personal, no una decisión que deben tomar otros. Como explica un personaje, aquí no estamos hablando de usar pantalones o falda, sino de tener un pene femenino o una vagina masculina. Quizás un poco fuerte para el público en general pero una necesidad, si consideramos la cantidad de crímenes de odio contra la comunidad trans.
Director, guion: Paul B. Preciado
Elenco: Oscar-Roza Miller, Janis Sahraoui, Liz Christin, Elios Levy, Victor Marzouk
Productores: Yaël Fogiel, Laetitia Gonzalez Coproduced, Annie Ohayon-Dekel, Farid Rezkallah
Fotógrafo: Victor Zebo
Editor: Yotam Ben David
Sonido: Arno Ledoux
Música: Clara Deshayes
Compañías productoras: Les films du poisson en coproducción con 24images, ARTE France
Mostrado en : Berlin Film Festival (Encounters)
En francés
98 minutos