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Lila Avilés debutó en el panorama internacional en 2018 con inusitada fuerza. La camarista, su ópera prima ganó premios desde La Habana hasta Minsk. Lo cual causó muchas expectativas por la presentación de Tótem, su segunda película en competencia en el Festival de Berlín. Esperanzas compensadas con una película íntima con una dirección impecable.
Tótem sigue una tarde en la vida de Sol una niña de 7 años. Sol pasa el día en casa de su abuelo mientras su madre trabaja; sus tíos preparan una fiesta de cumpleaños para su padre enfermo.
Pronto resulta evidente que hay algo serio en la familia tan sólo por el trato que le dan a Sol. No son solo amables y cariñosos; son untuosos y a momentos apabullantes. Pero como suele ocurrir con los adultos del mundo entero, después de un rato se olvidan cuando hay niños de una edad que no necesita atención constante y tampoco pueden ayudar mucho. Toda la película está bien dirigida, pero es en esos momentos cuando Lila Avilés muestra su talento. Las horas que Sol pasa sola, paseando por la casa, tienen su propio ritmo, son fluidas, naturales, se sienten muy cercanas. La audiencia acompaña a Sol y comparte sus experiencias cuando está viendo insectos; oyendo conversaciones y hasta sesiones de terapia; tomando vino y haciendo preguntas al asistente del teléfono inteligente. La película tiene ecos de Cría cuervos (Carlos Saura) y El espíritu de la colmena (Victor Erice) -inadvertidos porque Lila Avilés contó en la conferencia de prensa que no había visto estas películas-.
Naima Sentíes en el papel de Sol, actúa más con las expresiones de faciales y su mirada que con sus escasos diálogos. Ella sabe lo que está pasando y lo transmite a la audiencia. La cámara de Diego Tenorio se mantiene especialmente próxima, íntima a momentos, en su presencia.
El guion, también de la directora, es muy certero en el habla y el comportamiento de los amigos y familiares. Todos hablan con un cariño y cuidado que bordea la lástima, tan común en la presencia de un enfermo. La única parte que se siente forzada e inútil en la narrativa es la presencia de una médium o curandera. Parece un parche en un lugar que no necesitaba ser curado.
De un elenco que trabaja como un grupo -una familia en este caso- sobresale Teresita Sánchez -Mini Toy en La camarista– como una cuidadora tan sensible y eficiente que se ocupa del enfermo, entiende a Sol y puede vender obras de arte cuando es necesario.
Tótem no recurre al sentimentalismo ni en la música ni en las actuaciones. Muchos se emocionan, pero nadie llora. Esta no es una película de estridencias, es íntima con la naturalidad de no marcar los momentos álgidos con canciones. Tal vez el momento más conmovedor es ver cómo los adultos hablan con la efe, para que los niños no se den cuenta de una situación de la que no saben los detalles pero la sienten por completo.
Dirección y guion: Lila Avilés
Elenco: Naíma Sentíes, Montserrat Marañon, Marisol Gasé, Saori Gurza, Mateo García Elizondo Teresita Sánchez, Juan Francisco Maldonado, Iazua Larios, Alberto Amado
Productores: Tatiana Graullera, Lila Avilés, Louise Riousse, Per Damgaard Hansen, Jean-Baptiste Bailly-Maitre
Fotografía: Diego Tenorio
Edición: Omar Guzmán
Música: Thomas Becka
Compañías Productoras: BBVA, Danish Film Institute, HBF HUBERT BALS, AIDE AUX CINÉMAS DU MONDE – CNC, Visions Sud Est con el apoyo de SDC (Agencia Suiza para la Cooperación y Desarrollo)
Ventas internacionales: Alpha Violet
Muestra: Festival Internacional de Berlín (Competencia)
En español
95 minutos