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El sutil hilo narrativo de Yo vi tres luces negras, que se estrenó en la sección Panorama en el Festival Internacional de Berlín, es la jornada de José de los Santos (Jesús María Mina) en la selva tropical del departamento del Cauca, cerca del Pacífico colombiano buscando un lugar para bien morir.
José cree que morir en paz permitirá que su alma llegue al cielo sin vagar indefinidamente por el purgatorio reservado a los que perecieron con violencia. No es una misión sencilla porque la región, además de los peligros de cualquier selva tropical, está llena de grupos armados y explotadores de los recursos naturales a los que la búsqueda espiritual no les importa y si les molesta mucho un hombre del que desconfían.
En la Colombia colonial, la Nueva Granada, muchos esclavos en fuga se refugiaban en la selva; las condiciones de la zona hacían casi imposible su búsqueda. El aislamiento permitió la creación de asentamientos de afrodescendientes que existen hasta ahora, con creencias y ritos que son una mezcla del cristianismo de los conquistadores con la religión de sus antepasados.
José, el protagonista, no es un suicida ni tiene deseos de morirse, es un hombre que recibió señales que le anunciaban su fallecimiento: una visita de Pium-Pium, su hijo muerto; el canto profético de un pájaro, luces inexplicables. Puede interpretar las señales gracias sus conocimientos. Su trabajo, una vocación más que una ocupación, es ser sanador de los vivos; hace también el papel de un Caronte tropical que acompaña a los moribundos a hacer la transición pacífica; además de oficiar los rituales para los difuntos.
En su jornada, escrita con una especie de relajada precisión por Santiago Lozano Álvarez y Fernando del Razo, José se relaciona con vivos y muertos por igual, sin ningún indicio de algo sobrenatural, o el terror del más allá; sólo la violencia cotidiana en América Latina. La cámara de Juan Velásquez acompaña a José, guardando distancia, con pocos acercamientos como tratando de respetar su intimidad al tiempo que muestra la selva y sus habitantes –humanos y animales, vivos y muertos- casi demasiado bellos.
Evitar una muerte violenta mientras se busca un lugar para morir parece un contrasentido, como también parece serlo el diseño de producción que es todo menos fúnebre: exuberante, hermoso, refrescante. El resultado es irónico y espléndido. El sobresaliente sonido, su diseño y mezcla – a cargo de José Miguel Enríquez, Federico González Jordán y el ganador del Oscar Carlos Cortés- hace que la selva sea una burbuja protectora aún en momentos de peligro: los ruidos de las aves y el rio, se mezclan con percusiones pero también con ráfagas de disparos. Estamos en un viaje sensorial en el se olvidan los eventuales traspiés de los actores naturales.
Yo vi tres luces negras es una coproducción que es mucho más que una relación económica o con un actor como parche en la trama; cada país aportó elementos en los que son expertos. Es deseable que esta colaboración creativa ayude a la película a encontrar un público internacional.
Director: Santiago Lozano Álvarez
Guion: Santiago Lozano Álvarez, Fernando del Razo
Productores Ana Maria Ruiz Navia, Oscar Ruiz Navia
Elenco: Jesús María Mina, Julián Ramirez , Carol Hurtado, John Alex Castillo
Fotografía: Juan Velásquez
Edición: Ana García, Santiago Lozano Álvarez
Música: Nidia Góngora
Diseño sonoro: José Miguel Enríquez
Sonido: Federico González Jordán
Diseño de producción: Marcela Gómez, Daniel Rincón
Compañías productoras: Contravía Films (Colombia) Malacosa Cine (México), Dublin Films (Francia) Autentika Films (Alemania), Bárbara Films (Colombia)
Ventas internacionales: ArtHood Entertainment
Muestra: Festival Internacional de Berlín (Panorama)
En español
87 minutos