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“Ni traidor ni mártir”, una frase que llegó a definir al poeta cubano Heberto Padilla, podría aplicarse también a El caso Padilla, un documental escrito, dirigido y editado por el cineasta cubano Pavel Giroud.
Fue en la primavera de 1971 cuando el poeta Padilla, recién salido de la cárcel tras ser acusado de atentar contra la seguridad del Estado cubano en su obra poética, pronunció un infame mea culpa en cascadas de febriles palabras que conmocionaron y dividieron al mundo literario y marcaron un punto de inflexión en la historia de la revolución cubana.
La película se ha proyectado en festivales de todo el mundo desde su estreno en Telluride y San Sebastián. Ganó el premio al mejor documental en el Festival de Cine de Miami y, más recientemente, el premio al mejor documental en los Premios Platino de Cine Iberoamericano 2023. Merece un público aún más amplio.
El cineasta Pavel Giroud (El Acompañante, 2015) vive ahora en Madrid, uniéndose al flujo constante de exiliados cubanos en todo el mundo. Su película capta una época en la que un solo poema podía amenazar una revolución y despertar a la opinión pública. Centrado en la “confesión” de tres horas de Padilla ante sus compañeros escritores en la sede de la Unión de Escritores de Cuba, el documental destila los momentos más dramáticos y los contextualiza para los espectadores contemporáneos. La película finaliza con imágenes recientes de artistas protestando en las calles de La Habana.
Al ver las imágenes redescubiertas, la autodenuncia de Padilla parece tan feroz e implacable que uno sospecha que fue una actuación teatral, deliberada y sardónica, realizada para en última instancia, socavar su propia confesión. Esa sospecha debió de ser compartida por Fidel Castro, que ordenó que las imágenes permanecieran ocultas. El hecho que finalmente hayan sido desenterradas y sean públicas es otro signo de una revolución que envejece y se va desmadejando.
La confesión dividió al mundo literario de su época, y dejó a dos futuros premios Nobel latinoamericanos enfrentados en posiciones opuestas: el colombiano Gabriel García Márquez defendió la revolución de Fidel Castro, mientras que el peruano Mario Vargas Llosa exhortó a sus colegas a denunciar los abusos de los derechos humanos en Cuba. Varios destacados escritores se unieron a su J’accuse, entre ellos Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Pier Paolo Pasolini, Italo Calvino y Susan Sontag.
Las imágenes son en su mayoría en blanco y negro y con primeros planos que transmiten la atmósfera asfixiante de la sala en la que Padilla pronunció su operática expiación. Los angustiados rostros de sus colegas en el público añaden un comentario mudo y brechtiano al proceso. También son una metáfora de la incapacidad de Cuba de liberarse de sus rígidas normas de lealtad. Además de la grabación secreta, Giroud ha recopilado minuciosamente imágenes de archivo de más de 22 distintas fuentes de todo el mundo para elaborar esta crónica desgarradora y definitiva del suicidio político del poeta.
El montaje ayuda a mantener nuestra atención y la fluidez de la narración mediante la inserción de entrevistas e imágenes de aquellos tiempos apasionantes, incluídos fragmentos de discursos de Fidel Castro, que define el papel del escritor como “dentro de la revolución, nunca fuera”. Apreciarán mejor el documental los hispano parlantes, aunque los subtítulos de la película ayudarán a los demás a seguir el ritmo de la prodigiosa y autodestructiva verborragia de Padilla. Cuando se citan sus poemas, revelan su dominio muy diferente del lenguaje, irónico y escueto, más cercano a un breve y profundo haiku. Como escribió en su colección Fuera del Juego en 1968: … “un paso al frente, y/dos o tres atrás:/pero siempre aplaudiendo”.
En El caso Padilla, el poeta se muestra irreprimible, sudando profusamente y calificándose de traidor y contrarrevolucionario. Padilla denuncia a sus amigos e incluso a su propia esposa (Belkis Cuza Malé, poeta por derecho propio) y los exhorta a que también se arrepientan públicamente. Durante mucho tiempo se ha debatido si la larga perorata de Padilla fue espontánea o una grotesca forma de colaboración. Ahora en Cuba algunos se preguntan cómo llegó a sus manos de Giroud un vídeo prohibido y oculto durante tanto tiempo.
Independientemente de su origen, las palabras pronunciadas por Padilla tienen una fuerza que las anteriores transcripciones o informes filtrados no pudieron transmitir. Giroud ha reabierto una herida que no había cicatrizado en esos cincuenta años. Al exponer la dolorosa sesión de arrepentimiento que tuvo lugar hace medio siglo, y vincularla a las recientes protestas de artistas dentro de Cuba, Giroud hace un llamamiento urgente a la libertad de pensamiento y expresión. Padilla pudo finalmente salir de Cuba en 1980 y murió en el exilio. Esta película le devuelve a la vida, y sus poemas siguen teniendo vigencia, mientras Cuba sigue expulsando a otros artistas y una nueva guerra sacude al mundo.
Director, guión, montaje: Pavel Giroud
Productores: Lía Rodriguez, Alejandro Hernandez
Investigación de archivos: Ana Blazquez
Asesor de edición: Fernando Epstein
Música: Pablo Cervantes
Edición de sonido, mezcla de sonido: Vanessa Carvajal, Anto Molina
Producción: Ventú Producciones
Ventas mundiales: FiGa Film Sales
En español, francés e inglés
78 minutos