CINE VERDICT: Mi casa está en otra parte

Mi casa está en otra parte

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IMCINE

VERDICT: Un documental bilingüe que utiliza las voces de los inmigrantes mexicanos, legales e indocumentados, para revelar sus miedos y sus sueños a través de imaginativos dibujos de animacion que permiten una mayor intimidad y comprensión.

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Los documentales a menudo utilizan innovadoras técnicas de animación para contar historias que permiten al espectador descifrar verdades ocultas. Vals con Bashir (2008) grabó las voces de los soldados israelíes que cometieron una masacre y Persépolis (2007) captó los recuerdos de la infancia de una niña en Teherán. Ahora, los cineastas mexicanos Carlos Hagerman (Los que se quedan, 2008, codirigida con Juan Carlos Rulfo) y Jorge Villalobos (4 maneras de tapar un hoyo, codirigida con Guillermo Rondón) cuentan las historias de jóvenes inmigrantes mexicanos que sufren el temor a la deportación y a la separación familiar debido a las políticas de inmigración de Estados Unidos. Mi casa está en otra parte se estrenó en el festival de cine de Annecy (Francia), participó en Guadalajara y ahora se proyecta en el festival de cine de Morelia en Mexico; seguramente se exhibirá en muchas otras muestras.

La película se divide en tres segmentos, cada uno de ellos ilustrado por un estudio de animación diferente en México, y editado por tres editoras distintas. El primer capítulo cuenta la historia de Jasmine, una niña mexicana de once años que vive en Miami; el segundo se centra en Evelyn y Elizabeth, dos hermanas separadas por la frontera, una en Los Ángeles y la otra en un pequeño pueblo de México; y el tercero sigue al narrador, un joven activista indocumentado que crece en Utah, cuya poesía “slam” actúa como tejido de unión entre el espectador y los personajes de la vida real retratados a través de la animación. Se trata de José Eduardo Aguilar, conocido como “El Deportee”, un acertado nombre artístico cargado de sarcasmo. Los tres segmentos funcionan bien juntos, a pesar de sus diferentes enfoques y técnicas.

La película se aleja del estilo de animación clásico de la muy exitosa Coco (2017), el homenaje de Pixar a los vínculos familiares mexicanos. Mi casa está en otra parte es una colaboración entre tres estudios de animación mexicanos, Llamarada, Casiopea y Virus Mecánico, que son un ejemplo de la calidad y diversidad de la animación mexicana independiente. El primer segmento utiliza dibujos ingenuos e infantiles a lápiz para ilustrar la historia de la joven Jazmine, que se enfrenta a la detención de su padre y a su posible deportación. La historia de las hermanas Evelyn y Elizabeth en el segundo capítulo utiliza una paleta de acuarela más suave y sutil, y un estilo parecido al graffiti representa el abuso policial en el segmento final. Los protagonistas representan un abanico variado de experiencias migratorias: desde una escolar cuyos padres carecen de estatus legal, hasta una ciudadana nacida en Estados Unidos separada de sus hermanas indocumentadas, o el exilio de un deportado que nunca había vivido en México hasta que se ve obligado a trasladarse allí. Mi casa está en otra parte saca a la luz la vida clandestina y precaria de quienes aún se esconden o esperan ansiosamente su residencia legal. También muestra su voluntad de luchar por sus derechos, por muy difíciles que sean las circunstancias.

El español, el inglés y el “Spanglish,” la mezcla de los dos idiomas, se utilizan a lo largo de la película, con subtítulos alternados para que el espectador no bilingüe pueda seguir el flujo narrativo. Para los millones de personas que dominan ambos idiomas en mayor o menor medida, es un bienvenido regalo de realismo y espontaneidad que pocas peliculas han ofrecido.

El narrador de la película, José Eduardo, El Deportee, puede resultar a veces irritante, al enunciar su poesía “slam” con vocales exageradas y alargadas, con un marcado acento Chicano que a veces aplana los vuelos líricos. Introduce cada segmento y mantiene un tono de victimismo agraviado e irónico. Su propia historia, sin embargo, resulta bastante interesante, ya que describe su despertar al activismo político. También reconoce algunas duras verdades, como la existencia de la violencia doméstica dentro de la cultura mexicana de machismo estoico.

El uso de la música por parte de Javier Álvarez añade significado a las emociones que hemos compartido, desde la nostalgia hasta la rebeldía, a medida que los inmigrantes experimentan abusos y persecución. Un conmovedor himno final, Freedom is Free, es interpretado por la popular banda de rock Chicano Batman. Una rica gama de efectos sonoros aporta una dimensión medida y más profunda, como por ejemplo el tintineo de las cadenas alrededor de los pies de un preso o el repentino aullar de las sirenas de la policía. Pero la fuerza de la banda sonora del documental reside en las voces reales, grabadas pacientemente durante varios años en lugares diferentes, que captan la angustia, las alegrías y los sueños de los protagonistas y sus familias.

Los créditos de la película también son reveladores. Vemos fotos de los protagonistas, y una larga lista de las personas que contribuyeron a este esfuerzo épico, mediante entrevistas y aportaciones creativas, así como económicamente a través de la microfinanciación.

Dirección y guión: Carlos Hagerman, Jorge Villalobos

Narrador: Jose Eduardo Aguilar (El Deportee)

Productores: Carlos Hagerman, Guillermo Rondón, Andrew Houchens, Mariana Marín, Susan MacLaury, Albie Hecht, Carolina Coppel
Editing: Inger Diaz Barriga, Alejandra Ruvalcaba, Martha Uc,

Música: Javier Alvarez

Sonido: Pablo Lach
Compañías Productoras: Brinca Taller de Animacion, Shine Global

Animación:, Llamarada, Casiopea, Virus Mecánico (Mexico)
Distribución y ventas internacionales:
Artegios (Mexico)
Muestra: FICM Morelia 2022 Film Festival
En español y en inglés
87 minutos