Juan Carlos Vargas
La animación mexicana nunca tuvo un lugar importante en su evolución artística e industrial del cine del país. Por el contrario, la producción de películas animadas fue muy accidentada, desde 1934 avanzó a tropezones dejando una huella de proyectos inconclusos influenciados por el cine animado hollywoodense, a la vez que marcó un camino para cineastas más arriesgados alejados del mainstream que surgirían en las décadas de los ochenta y noventa, y, en especial, en el siglo XXI.
Alfonso Vergara Andrade dirigió el primer cortometraje, Paco Perico en Premier en 1935, dibujo animado cómico de apenas 8 minutos en deuda con Disney y Max Fleischer. Sin embargo, las propuestas más artísticas con un impacto nacional e internacional en la crítica y en los festivales, aparecen en los años ochenta con filmes como Crónicas del Caribe de Emilio Watanabe y Francisco López de 1982, relato anticolonialista sobre la conquista de América que utiliza dibujos animados y recortes articulados. En 1994 se produce el corto de 5 minutos El héroe dirigido por Carlos Carrera, galardonado con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, filmada con el uso de acrílico y lápiz graso sobre acetato. Relata la historia de un hombre que intenta rescatar a una adolescente suicida usando una estética de lo grotesco aderezada con humor negro.
En el campo del largometraje el triunfo comercial de la comedia de animación digital Una película de huevos de Gabriel y Rodolfo Riva Palacio Alatriste, en el 2006 fue clave para la recuperación del cine mexicano a partir de los años 2000 luego de una prolongada crisis, y se convirtió en la cinta más taquillera de su historia; dos secuelas fueron bien recibidas y actualmente está en producción la cuarta película de la saga. Además, Don Gato y su pandilla dirigida por Alberto Mar, resultó la película más exitosa de 2011. En esos años surgieron varias productoras como Ánima Estudios (2002), Huevocartoon (2006) y Animex (2007).
Mientras tanto, en el campo del cortometraje, la obra de los animadores de la ciudad de Guadalajara se convirtió en la vertiente más importante de la animación mexicana, alejada de los cánones comerciales. Caracterizada por una estética grotesca y el humor negro como ingredientes recurrentes, al igual que el uso del stop motion, la plastilina, marionetas, muñecos y objetos. También define a este grupo de artistas su cuidadoso trabajo artesanal que puede durar años de labor para crear personajes y escenarios muy detallados, una fotografía meticulosa que la imagen, y un diseño sonoro en el que predomina la ausencia de diálogos mientras se agudizan el sonido y la música.
Algunos de los cortos más destacados que ofrecen una experiencia visual y sensorial, que a veces rebasa la narrativa de la película, son las comedias negras y eróticas Sin sostén de René Castillo y Antonio Urrutia participante en competencia de cortos del Festival de Cannes en 1998, sobre un solterón suicida; y la macabra y festiva Hasta los huesos dirigida por René Castillo en 2001, en la que un hombre ingresa a un mundo de los muertos, muy mexicano y folclórico, inspirado en la obra de José Guadalupe Posada. La muerte y lo ominoso también se presenta en La Noria de Karla Kastañeda de 2017, drama y fantasía acerca de la muerte de un hijo y el duelo del padre. El duelo, pero de una niña que pierde a su abuelo, es el tema de Lluvia en los ojos de Rita Basulto en 2013, una fantasía melodramática que se aleja de lo lúgubre. Mucho más siniestra y gótica es Cerulia de 2017 dirigida por Sofía el cuento de una joven obsesionada por su pasado que regresa a la casa de su infancia.
Además, sobresalen otros cortes de temas fantásticos, Los aeronautas dirigida por León Fernández en 2016, sobre una extraña tribu que sobrevive en el desierto dominada por un monstruo alado; en 2017 Luis Téllez dirigió Viva el rey , en donde un tablero de ajedrez entre las nubes termina en un juego de tronos, y, más reciente en 2021, Tío de Juan José Medina, mezcla el realismo y el horror para contar la historia de un adolescente que quiere trabajar en una mina y termina enfrentándose con una deidad. Varios de las y los cineastas antes mencionados participaron en el largometraje ganador del Oscar Pinocchio (Guillermo del Toro y Mark Gustafson, 2022). No obstante, producir trabajos de animaciòn implica años de trabajo en condiciones difíciles, lo que hace la labor de los cortometrajistas aún más encomiable.