CineVerdict: Dios es una mujer

Dieu est une femme

God is a woman

VERDICT: Casi 50 años después de la pérdida de un documental sobre la comunidad kuna de Panamá, el director suizo panameño Andrés Peyrot lo localiza y exhibe ante una comunidad emocionalmente comprometida, en este documental fascinante aún con sus fallas.

Traducción de Lucy Virgen/ Read the original in English

El documentalista suizo-panameño Andrés Peyrot espera mucho de su público con su fascinante aunque imperfecto debut Dios es una mujer. Receloso de la naturaleza problemática de la mirada de un extranjero al fotografiar comunidades indígenas. Consciente además del dictum postcolonialista de que no es responsabilidad de los grupos no hegemónicos explicarse ante los que están en el poder, Peyrot permite que la mayor parte de la historia -en una película redescubierta filmada entre la etnia kuna de Panamá- sea contada por los miembros de la comunidad. Si bien en principio es loable, el resultado en este caso es que quedan tantas preguntas sin respuesta que nos conmueven las emociones que presenta pero quedamos mentalmente distanciados de la película por todos los problemas y detalles no abordados. Es una trampa sin salida: ¿haces un documental para la gente que estás filmando, o lo haces para un público de salas de arte internacionales que se mostrará empático pero de una forma neoliberal? A pesar de eso ,  Dios es una mujer tiene una historia y efectos visuales lo suficientemente fuertes como para ganarse un pasaporte envidiable.

En 1975, el cineasta francés Pierre-Dominique Gaisseau, ganador del Oscar al mejor documental en 1962 por la ahora olvidada Sky Above and Mud Beneath, viajó con su esposa y su hija a Ustupo, una isla frente a la costa de Panamá. Había oído que el pueblo kuna era una sociedad matriarcal cuyas ceremonias de iniciación eran un asunto exclusivamente femenino, por lo que se propuso hacer un documental llamado Dios es una mujer, mostrando esta sociedad excepcional cuyas orgullosas tradiciones apenas habían sido tocadas por la tecnología moderna.

O al menos eso es lo que quería transmitir. Sin embargo, la suerte no estuvo de su lado: su financiamiento fracasó, el banco confiscó la impresión y se perdió todo rastro de la película. Peyrot se enteró de esto cuando fue invitado a la isla por Orgun Wagua, un joven cineasta kuna (quién aparece aquí como productor asociado). Hablando con los lugareños, el director se sintió conmovido por el deseo de la comunidad de ver imágenes de ellos mismos de hace casi cincuenta años, pero nadie pudo rastrear ninguna imagen sobreviviente.

Los kuna recordaron que Gaisseau tenía sus propia visión: ignoró las explicaciones de que su sociedad era más equilibrada en términos de género que matriarcal e insistió en que en sus tomas se mostraran pocos signos de modernidad. A pesar de eso saber que sus seres queridos y las ceremonias tradicionales habían sido captados en película, y no había forma de verlo ahora, era una fuente de frustración.

Junto con el poeta y profesor kuna Arysteides Turpana, Peyrot localizó una copia en el Ministerio de Cultura de Panamá, pero los carretes estaban oxidados y el síndrome acético se había instalado, dejando el celuloide sin posibilidad de preservación. Dos años más tarde, tras la muerte de Turpana, se descubrió una impresión en el CNC (Centre national du cinéma et de l’image animée) de París. El archivo se dedicó a una restauración que recuperó la película completa, aparentemente sólo con pequeñas secciones dañadas por solarización.

El corazón de la película de Peyrot está compuesto por escenas del documental de Gaisseau que regresa a Ustupo. Se compra tela para hacer una pantalla, una costurera cose la tela y las hijas de Laida Díaz de Prestan, una de las cuales aparece en la película pero no había regresado a la isla en veintidós años, vuelve en avión para estar en la emocionada audiencia. Es un hermoso momento en el que el sentimiento de orgullo de la comunidad es tangible: a pesar de la voz fuera de cuadro del original bien intencionada pero colonialista, los kuna recuperan sus imágenes, filtrándolas a través de sus propios recuerdos y cultura en lugar del punto de vista de un etnógrafo occidental. Y eso tiene verdadero poder

En lo que falla el documental de Peyrot es en dar información al espectador. Al final sabemos muy poco sobre la sociedad kuna y casi nada sobre cómo llegaron a ser etiquetados como una cultura matriarcal. Sabemos por las recreaciones de la Revolución de 1925 que los kuna se levantaron contra el ejército, pero nunca sabemos cuál fue el resultado, y aunque nos dicen que en gran medida han abandonado la agricultura tradicional, no tenemos idea de cómo sobreviven económicamente quienes permanecen en la isla.

Es como si Peyrot tuviera tanto cuidado de no ser visto como un extraño más que apunta su cámara a los pueblos indígenas y evita por completo cualquier elemento antropológico, con el resultado de que nos queda la sensación de que hay algunos individuos de voluntad fuerte, pero no un distintivo cultural aparte de la ropa maravillosamente colorida de las mujeres. También sabemos poco sobre Gaisseau y su familia, si su película kuna se proyectó alguna vez antes de la confiscación, o cómo llegó una copia al CNC.

La edición entre escenas es uno de los culpables, al igual que las recreaciones innecesarias, como la llegada claramente escenificada de Turpana a la recepción del Ministerio de Cultura. Aunque dentro de cada secuencia los ritmos funcionan muy bien, hay una agradable resonancia en las escenas de quienes participaron en el documental original parados contra una pared con imágenes de la película proyectadas sobre sus cuerpos, y las personalidades a las que se sigue, incluidos Turpana, Díaz de Prestan y Wagua, tienen tanto carácter e inteligencia que el vínculo emocional ayuda a minimizar preguntas que quizás tengan mejor respuesta en Internet.

Director: Andrés Peyrot
Guion: Andrés Peyrot, Elizabeth Wautlet
Con: Arysteides Turpana, Laida Diaz de Prestan, Olonigdi Chiari, Cebaldo Inawinapi, Orgun Wagua, Duiren Wagua, Demetria Prestan Diaz, Demetriana Prestan Diaz, Sidsagi Inatoy
Productores: Brieuc Dréano, Andrés Peyrot, Johan De Faria, Sebastian Deurdilly, Bénédicte Perrot
Co-productor: Xavier Grin
Productores ejecutivos: Orgun Wagua, Duiren Wagua, Isabella Gálvez Peñafiel, Moisés Gonzalez
Fotografìa: Patrick Tresch, Nicolas Desaintquentin
Edición: Sabine Emiliani
Másica: Grégoire Auger
Sonido: Luis Bravo, Luis Lasso, Damien Perrollaz & Samy Bardet
Compañías productoras:  Industrie Films (Francia), Upside Films (Francia), P.S. Productions (Suiza), en asociación con  Wagua Films (Panamá), Mente Pública (Panamá)
Ventas internacionales: Pyramide International
Muestra: Venice (Critics Week); Toronto (TIFF Docs)
In español, kuna, francés, inglés
86 minutos