(traducido por Lucy Virgen) Read the English Version
Costa Rica se ha vuelto cada vez más visible en el circuito de festivales, con varios cortos, incluido el de este año Night Light de Kim Torres, competidor por la Palma de Oro y el largometraje Domingo y la niebla que se estrena en Cannes en Un Certain Regard. Es el segundo largometraje de Ariel Escalante Meza (después de El sonido de las cosas en 2016). Escalante ha trabajado como editor en cuatro largometrajes latinoamericanos, entre ellos Ceniza negra, de la costarricense Sofía Quirós (Cannes 2019).
Domingo — representante de Costa Rica al Premio de la Academia en lengua no inglesa — debería encontrar su más cálida recepción en festivales y cines de arte, aunque una parte de los fanáticos del streaming en América Latina se está ya impacientando con el realismo mágico y busca más dinamismo y agilidad en sus opciones cinematográficas.
Domingo, el personaje principal de la película, es un hombre complejo y atormentado. Ante la expropiación de su casa por la construcción de una carretera, se niega obstinadamente a vender su terreno a pesar de las crecientes amenazas y enfrentamientos con los urbanizadores. Acusa de traidores a sus vecinos que ceden y se mudan. A medida que aumenta la presión, tiene que enfrentar su propia fragilidad y pensar en las necesidades de su hija.
En el papel principal, Carlos Ureña tiene una presencia shakespeariana y magnética en la pantalla. Interpreta convincentemente a un viudo anciano expiando sus pecados, con la dignidad teñida de culpa. Su hija Sylvia (Sylvia Sossa) le ruega que se vaya y le rompe su silencio recordándole su comportamiento borracho y abusivo del pasado. Domingo busca el olvido en el guaro, el brebaje alcohólico local, y en conversaciones con su difunta esposa, que se aparece como una densa niebla que invade su hogar y hábitat. A medida que avanza la construcción de la carretera, Domingo teme perder esta conexión que le queda con su esposa. Escalante utiliza la niebla como metáfora de la pena y el duelo, y se convierte en un leitmotif recurrente en su relato.
La película se rodó con un presupuesto ajustado y carece deliberadamente de efectos CGI, lo que va bien con el estilo austero y espartano de Escalante, donde el silencio suele ser más elocuente que las palabras. El diálogo es escaso, pero desentraña aspectos y motivaciones de los personajes. Los objetos cotidianos están cargados de significado: los delantales de su esposa o una sola bala elocuente que sirvió como advertencia. El ritmo es lento, pero genera suspenso a medida que se van desprendiendo las capas de la trama.
La cinematografía es meticulosa, enmarcando cuidadosamente cada cuadro, y ominosa en las escenas nocturnas, donde el cazado se convierte en cazador cuando una cámara de mano sigue a Domingo caminando penosamente a través de caminos llenos de barro y selvas tropicales. Las escenas íntimas son raras, ya que Domingo y su hija mantienen una distancia calculada. Las pocas conexiones humanas que él tiene son con sus compañeros de tragos y la única vaca que le queda, ya que la granja lechera que heredó está arruinada. Esta compañera animal se convertirá en la gota que derrama el vaso, cuando su resistencia tome un giro violento.
Los acertados efectos de sonido contrastan el rugido mecánico de la maquinaria pesada con el croar melódico de las ranas y la respiración humana. Sin embargo, las voces fuera de cuadro de la esposa muerta parecen discordantes, introduciendo una poética corriente de conciencia que parece pertenecer a otra película. La música va desde cuerdas suaves y percusiones hasta coros en staccato. La aguda, sollozante soprano al final cambia el tono de la película de contenido a melodramático, mientras la pantalla se empapa de fuego y nosotros también empezamos a ver un fantasma caminando entre la niebla.
Dirección y guion: Ariel Escalante Meza
Elenco: Carlos Ureña, Sylvia Sossa, Esteban Brenes Serrano, Aris Vindas, Janko Navarro
Productores: Felipe Zuñiga, Nicolas Wong, Gabriela Fonseca, Julio Hernandez and Ariel Escalante
Fotografía: Nicolas Wong Díaz, CCR
Edición: Lorenzo Mora Salazar
Música: Alberto Torres
Sonido: Marco Salaverría
Compañías Productoras: Incendio Cine (Costa Rica), Doha Film Institute (Catar), Centro Costarricense de Producción Cinematográfica (Costa Rica)
Distribución y ventas internacionales: Films Boutique
Muestra: Cannes Film Festival (Un Certain Regard)
En español
92 minutos