Después de que Sundance proyectara el año pasado Good Luck to You, Leo Grande, en donde Emma Thompson interpreta a una mujer madura que se desinhibe, ayudada por un trabajador sexual más joven, el festival vuelve a rendir homenaje a las mujeres que abrazan su sexualidad a cualquier edad y en cualquier circunstancia en la comedia española Mamacruz, que retrata el periplo del personaje del título desde la represión religiosa al disfrute carnal.
Patricia Ortega, directora venezolana, no encontró financiación en su propio país, así que adaptó su guión a una localización en España y eligió como protagonista a la brillante Kiti Manver, que ha aparecido en cinco películas de Almodóvar, incluído el clásico Mujeres al borde de un ataque de nervios. En el papel de Mamacruz, Manver se muestra como un ama de casa aburrida y privada de sexo que se conecta al Internet de su nieta y descubre placeres que le han sido negados durante toda su vida. Al principio, su vida se muestra como una monótona sucesión de obligaciones domésticas y eclesiásticas. En la iglesia, cose capas para los santos que adornan los altares. Incluso en ese ambiente opresivo, Mamacruz empieza a mirar los pezones y los labios entreabiertos de una estatua de madera de Jesús agonizando en la cruz, y se lo imagina como un amante apasionado de carne y hueso. A medida que Mamacruz despierta a deseos y placeres desconocidos, Kiti Manver va dando rienda suelta a sus considerables dotes cómicas en la pantalla. Sin embargo, el personaje va más allá de ser un mero motivo de risa, ya que también nos enteramos de que su joven nieta vive con ella, que su hija está fuera del país, presentándose a una audición para una compañía de ballet en Viena y que una amiga se enfrenta a una grave enfermedad.
La película cobra vida cuando Mamacruz se apunta a un taller de terapia sexual. Se nos presenta a un delicioso surtido de mujeres mayores que traen alegría y risas a su vida, junto con una conmovedora dosis de tragedia. A medida que aprende a desinhibirse, Mamacruz fuma marihuana, bebe alcohol y experimenta con juguetes sexuales. Los acentos y expresiones andaluzas de los actores aportan más diversión; las mujeres hablan libremente de sus deseos y hazañas sexuales. Ambientada en el tórrido clima de Sevilla, las mujeres tienen oportunidad de sentirse acaloradas y molestas o, en su caso, acaloradas y “cachondas”, como las definen los españoles, o, más groseramente, “guarras.”
De forma un poco fácil y previsible, los hombres de la película son retratados como aburridos, incompetentes y egoístas, con pocos rasgos redentores. El inútil marido siempre está roncando, con la nariz hinchada y la calva rodeada de pelo enrulado, payasesco y canoso. El actor Pepe Quero le infunde una silenciosa dignidad, y sirve de contrapunto, rayando en la caricatura, a la coquetería de Mamacruz. El cura está dibujado como un personaje amargo y severo que reprocha a Mamacruz que pinte los labios de la Virgen Dolorosa de un rojo intenso. Mamacruz se aleja de él y busca otra iglesia donde pueda purificarse de sus pecados en voz baja en el confesionario; pero ese cura es duro de oído y le exige que hable fuerte.
Los cineastas venezolanos han ido encontrando oportunidades y mucho éxito fuera de su país, como le ocurrió a Lorenzo Vigas cuando rodó La Caja en México. El guión de Patricia Ortega, co-escrito con José Ortuño, florece en su nueva ubicación en España, donde, debido a la pandemia, la directora al fin logró reunirse con su reparto y equipo casi cuando estaba por comenzar el rodaje en Sevilla. Ortega estudió cine en Cuba y Alemania y ha dirigido largometrajes y documentales (Yo, imposible, 2018). Basó el guion de Mamacruz en su propia madre, que durante un tratamiento contra el cáncer le confesó que había vivido una vida más apasionada antes de acomodarse en su vida de casada. Su madre sobrevivió, abrazó con entusiasmo su vida y ahora tiene un nuevo novio. La película está dedicada a ella, y cuando Mamacruz llega por fin a un entendimiento con su hija distante en la película, nos parece que quizá le sirva a la directora para resolver algún tema familiar propio.
El ojo certero para el detalle del director de fotografía Fernández Pardo saca provecho de la obsesión del catolicismo por la carne temblorosa, las heridas sangrantes y los ojos llorosos de los santos esculpidos, que se convierten en humanos y acarician a Mamacruz mientras cose sus atuendos de seda. La música de Paloma Peñarrubia añade un toque irónico con un cante jondo, un lamento de inspiración flamenca, que suena en los momentos precisos. La película está salpicada de observaciones ingeniosas, desde la comida de aspecto fálico hasta las obras de arte, y debería tener éxito para el público más allá del circuito de los festivales.
Directora: Patricia Ortega
Guión: Patricia Ortega, Jose Ortuño
Reparto:: Kiti Manver, Pepe Quero, Inés Benitez Viñuela, Silvia Acosta
Productores: Olmo Figueredo González-Quevedo, Carlos Rosado Sibón, José Alba
Fotografía: Fran Fernández Pardo
Montaje: Fátima de los Santos
Música: Paloma Peñarrubia
Productoras: La Claqueta, Mandrágora Films, Pecado Films, La Cruda Realidad
Distribución: Filmax
Estreno: Sundance Film Festival 2023
En español
84 minutos