Mátalos a todos de Sebastian Molina Ruiz’s combina estética grunge en video con elementos epistolares para explorar el sentimiento adolescente de aislamiento.
Aunque es evidente muy pronto en la acción que Mila (Mila Mijangos) y María (María Villanueva) nunca se han conocido en persona, la naturaleza de la floreciente relación entre ambas es un tanto ambigua. Entonces, el plan es consumar en persona durante el verano una amistad que se ha desarrollado en línea. En ese momento la banda musical de María se presentará y habrá un boleto a esperando a Mila en la puerta. A través de la preparación y representación de este escenario, Molina Ruiz crea un drama discreto pero conmovedor que insinúa varias inseguridades y aflicciones que afectan a sus jóvenes protagonistas, y un trastorno más innato que parece ser parte integrante, territorio de la vida contemporánea, transitoria y digital.
Molina Ruiz abre la película con video digital granuloso, filmado por las dos chicas mientras se envían presentaciones. “Valentina me dijo que casi nunca publico fotos”, explica María, por lo que quiere asegurarse de que Mila la reconozca. Estos perfiles de video están llenos de pequeñas preocupaciones sobre su apariencia, sobre el valor de lo que están diciendo; la reserva subyacente, particularmente en el caso de Mila, parece ser sobre su valor. Es Mila con quien se queda la película cuando terminan los segmentos autograbados. Con ojo de documentalista, el director y su director de fotografía, Ángel Jara Taboada, capturan los discretos patrones de la vida de Mila mientras patina por calles desiertas y agrega tímidamente su nombre a un grafiti en un parque venido a menos de la ciudad.
Al nunca mostrar a la audiencia la realidad de la vida de María más allá de lo que presenta en su video, tenemos que formar nuestras conclusiones de la misma manera que debe hacerlo Mila. En un mensaje narrado, Mila describe un sueño en el que sus ansiedades se yuxtaponen con la autoconfianza de María. Incluso antes de alejarse del concierto crucial sin entrar, incluso antes de llamar a un exnovio para que la consuele y luego huir de él llorando, su incertidumbre es evidente. Mucho antes de su inquietante coda en la que Mila revela el suicidio de un compañero de clase y especula sobre el impacto que tendría su propia salida de un lugar, o incluso dejar de existir, la película presenta un retrato finamente calibrado de un malestar peculiar e indefinible, uno que se insinúa pero se pasa por alto en las imágenes grabadas en video. La distancia entre lo que deseamos ser, lo que no queremos ser y, en última instancia, lo que somos se prueba aquí con delicadeza y equilibrio.
Director: Sebastian Molina Ruiz
Elenco: Mila Mijangos, María Villanueva, Derek Curiel
Productores: Sebastian Molina Ruiz, Daniela Mosca, Diandra Arriaga
Fotografìa: Ángel Jara Taboada
Edición: Andrea Rabasa, Sebastian Molina Ruiz
Sonido: Talia Ruiz Tovar, Miguel Angel Molina Gutierrez
Diseño y mezcla de sonido: Tristan Lhomme
Producción: Colectivo Colmena (Mexico)
Muestra: Locarno Film Festival (Pardi di domani: Concorso Corti d’autore)
En español
19 minutos