“Solo puedo hacer cine desde una posición de cariño” dijo José Luis Guerin en la rueda de prensa. Y ese amor está en cada uno de los 122 minutos del documental Historias del Buen Valle en competencia en el Festival de San Sebastián.
El proyecto se inició hace tres años como el encargo del MACMA (Museo de Arte Contemporáneo de Madrid) para un cortometraje. El director se involucró tanto con el barrio de Vallbon, foco del proyecto que siguió trabajando hasta tener el documental que se estrena hoy. La película es un mosaico de narraciones de Vallbon -Buen valle en catalán- en la periferia de Barcelona y sus habitantes. El asentamiento existe desde la edad media. A principios del siglo XX se construyeron pequeñas casas y en los años recientes aparecieron edificios. Un letrero en la pantalla dice “comenzó a llegar gente del sur”. ¿Cuál sur? Nos preguntamos. Al principio el de España, después el sur económico, todo el que produce migrantes y refugiados. En él viven catalanes -algunos de ellos propietarios de las casas originales-, andaluces, portugueses, marroquíes, hindús, ucranianos, rusos y gitanos provenientes de varios países.
Vallbon siempre se consideró rural y conserva hasta hoy esa personalidad con un arroyo que forma un estanque, pequeños huertos familiares, plantas y flores.
El documental inicia con una secuencia filmada en formato Super 8 en Blanco y Negro. Una solitaria trompeta acompaña la secuencia.
Después, ya en un color muy natural, se lee un cartel en el que se solicitan voluntarios que cuenten sus historias. Al principio las cuentan como cabezas parlantes contra un fondo monocromático. Después, como si les tomáramos confianza y ya fuéramos amigos, los empezamos a seguir en su vida cotidiana.
José Luis Guerin, un dotado narrador que pasa de la ficción al documental y viceversa, es también un cineasta respetuoso. Nos muestra solo los espacios públicos y solo las conversaciones que los sujetos quieren compartir. En un funeral oímos los cantos pero no la eulogía.
Estas historias rompen muchos prejuicios y estereotipos. El primero de ellos es asociar los bajos recursos económicos a la tristeza. En este vecindario hay risas, bailes y se toca música de muchos estilos incluyendo la clásica. Otro prejuicio roto es asociar lo cosmopolita a lo urbano. En Vallbon se hablan tantos idiomas como en Madrid; los niños hablan con fluidez al menos dos lenguas sin que se los enseñen en la escuela.
Este no es un oasis, ni está romantizado, los problemas son los mismos que en cualquier lugar, desde el cambio climático y el acoso escolar hasta desarrollo urbano sin planeación. Pero el sentido comunitario, la tolerancia a la diversidad, la convivencia de generaciones hace que los habitantes de Vallbon se sientan privilegiados. Y que está sea una película optimista y auténtica en un momento muy oscuro.
El diseño sonoro es especialmente complejo. No hay música gratuita, después de la trompeta del inicio, cualquier sonido viene de los pobladores: la música, los cantos, las conversaciones y los silencios.
La edición, del mismo director, hace la narrativa sea entretenida sin ser superficial lo que le dará acceso a diversos públicos.
Dirección: José Luis Guerin
Guion: José Luis Guerin Producción: Javier Lafuente, Jonás Trueba, José Luis Guerin, Gaelle Jones Fotografía: Alicia Almiñana Música: Anahit Simonian
Edición: José Luis Guerin
Sonido: Maximiliano Martínez, Pablo Rivas Leyva
Arte: Clara Serrano
Compañías productoras: Orfeo Iluso AIE (España), Los Ilusos Films (España) en coproducción con Perspective Films (Francia)
Ventas Shellac (France)
Venue: San Sebastian Film Festival (Competition)
Duración:122 min.
En español, portugués, árabe, ruso