La lucha

La lucha

VERDICT: Un padre e hija de clase trabajadora pertenecen a un grupo muy unido de luchadores tradicionales en 'La Lucha' una historia inesperadamente extravagante y emocionalmente perfecta ambientada en las Islas Canarias

En una segunda película sorprendentemente original, el director, productor y a veces director de fotografía español José Alayon explora el gastado vínculo entre un padre y una hija mientras su pasión por la lucha libre amateur se convierte en una trampa cargada de dolor físico y emocional en Dance of the Living (La lucha).

Esta producción hispano-colombiana se distingue en varios aspectos, sumergiendo rápidamente al espectador en la vida personal de Miguel y Mariana -una chica al final de la adolescencia – un año después de una muerte familiar. Lo desolado del entorno (Fuerteventura, Islas Canarias) es un elemento tan contundente en la película como las numerosas escenas de lucha tradicional, ambas subrayando la sensación de autenticidad que llena las relaciones y los diálogos de los personajes.

Para quienes conocen la lucha libre solamente como un entretenimiento televisivo falso, en donde hombres pavoneándose con atuendos de mal gusto ofrecen un espectáculo, esta representación de la lucha tradicional como una actividad ética resulta sorprendente y reveladora. El deporte domina la película, desde los primeros planos de cuerpos imponentes y masas musculosas que empujan y se esfuerzan para desestabilizar al oponente, hasta las generosas raciones de fotos históricas de archivo en blanco y negro que se convierten en una verdadera avalancha durante los créditos finales. Los títulos de apertura ofrecen una historia fragmentada de la lucha libre en Canarias, que existió incluso antes de la conquista castellana en el siglo XV. Los invasores se referían a la lucha como un ritual bárbaro, pero aquí se describe como todo lo contrario: un deporte de pocos movimientos y poca emoción, basado en la confianza y la integridad, donde cualquier signo de agresión, como morder a un oponente, basta para que un luchador sea suspendido del club durante un año.

Si bien el enfoque en primeros planos de muslos enormes y músculos abultados puede parecer exagerado en ocasiones, ofrece una forma inusual de adentrarse en los personajes principales a través de su físico, que nunca se sexualiza como se esperaría. En cambio, es una fuente de dolor para Miguel (Tomás Padrón), un hombre de 47 años que pesa 150 kilos y cuya rodilla lastimada empeora cada vez que compite en el sencillo cuadrilátero de arena con su equipo de luchadores locales.

Su hija Mariana (Yazmina Estupiñán) es demasiado joven para conducir un auto,  pero no demasiado joven ni demasiado ligera para luchar en el equipo femenino. Sigue los pasos no solo de Miguel, sino también de su madre, Pilar, una famosa luchadora fallecida un año antes. La tragedia ha llevado a su padre a encerrarse en su propio mundo melancólico y depresivo, mientras que Mariana intenta llenar el vacío emocional de su vida lanzándose a un amigo de su padre y obsesionándose con ganar (en este contexto, no es algo bueno). En una o dos escenas rápidas, se ve a todos los personajes trabajando a un ritmo entrecortado en lo que parece ser una lavandería mecanizada. Pero el guion de Marina Alberti y Samuel M. Delgado nunca intenta definirlos por su clase: cada uno es mucho más que eso.

Incluso, la película en sí es mucho más que un simple filme deportivo, aunque tiene un aspecto documental fascinante que sin duda interesará a los aficionados al deporte. La cálida fotografía de Marcel Herce resalta las imponentes colinas rocosas, similares a dunas, que dan a la isla su crudo paisaje conectando a las personas que viven ahí en estructuras sencillas y cuadradas. Todo está suavemente acariciado por la música moderna de Camilo Sanabria basada en antiguos ritmos de tambor y la misteriosa partitura de Adriana Galán. –trans. Lucy Virgen

Dirección y producción: José Alayon
Guion: Marina Alberti, Samuel M. Delgado
Elenco: Yazmina Estupiñán, Tomasín Padrón, Inés Cano, Sara Cano, Aridany Pérez
Fotografía: Mauro Herce
Edición: Emma Tusell
Dirección de Arte: Silvia Navarro
Música: Camilo Sanabria, Adriana Galán
Sonido: Carlos E. García
Compañías productoras: El Viaje Films (España), Blond Indian (Colombia)
Ventas internacionales: Bendita Film Sales
Venue: San Sebastián Film Festival (Nuevos Directores)
In españoles
92 minutos