CineVerdict: Romería

Romeria

VERDICT: En la competencia por la Palma de Oro, el 3er. largometraje de la cineasta española Carla Simón, Romería, ofrece un apasionante drama familiar que gira en torno a una joven en su búsqueda por la verdad sobre la muerte prematura de su padre.

Traducido al español por Lucy Virgen                     Read the original in English

Basada en su propio viaje adolescente a Galicia para descubrir la vida secreta de sus padres biológicos fallecidos tiempo atrás, Carla Simón ofrece un retrato sensible de una familia disfuncional que se desmorona por los cismas internos provocados por el choque entre los mayores conservadores y los hijos traumatizados.

A pesar de estar ligeramente lastrada por un tercer acto estilísticamente discordante, Romería sigue siendo una película que te atrapa de principio a fin, con Simón dotando  la narrativa con gestos delicados y minuciosos detalles de diseño que ayudan al espectador a orientarse sobre los personajes y las líneas de tiempo paralelas.

Romería, en competencia en Cannes, podría considerarse el intento de Simón de fusionar el enfoque autobiográfico de su primer largometraje, Verano 1993 (que gira en torno a la lucha de una niña por adaptarse a su nueva vida en el campo tras la muerte de su madre) con la crítica mordaz al capitalismo que subyace en su película ganadora del Oso de Oro, Alcarràs (en la que una familia intenta sobrevivir a la desaparición de su granja). Con este tercer largometraje, Simón logra separar sutilmente lo histórico y político de lo personal, al reflexionar sobre cómo las normas sociales del pasado siguen influyendo en españoles de diferentes generaciones, incluso en una época en la que el país es nominalmente libre.

En español, “romería” se refiere a una peregrinación religiosa. Y eso es lo que emprende Marina (Llúcia García), una aspirante a cineasta que regresa a Vigo, la ciudad natal de su padre, en Galicia en el verano de 2004, para tramitar su solicitud de beca en la escuela de cine.  Pronto descubre que su padre —y, por lo tanto, ella misma— no existen legalmente, ya que sus nombres no figuran en los documentos familiares del registro civil.

A medida que lo que debería ser un trámite administrativo rutinario se complica, la visita a la familia de su padre se convierte en una inmersión profunda en la saga familiar. Si bien el primer encuentro con el aparentemente adinerado y afable tío Lois (Tristán Ulloa) y su familia es cálido y cordial, el encuentro con el clan resulta incómodo desde el principio. “La familia está aquí”, dice Lois con un desdén apenas disimulado, mientras sus hermanos organizan una pomposa fiesta de bienvenida en alta mar para su sobrina, distanciada desde hace mucho tiempo.

A medida que Marina conversa con cada uno de sus tíos y tías, se da cuenta poco a poco de la mala relación que existe entre ellos, a la vez que descubre detalles sobre cómo trataron a su padre cuando estaba en fase terminal. A través de las pláticas informales con sus primos —en concreto, Nuño (Mitch), el hijo mayor de Lois, a quien Marina  se acerca cada vez más—, se entera de cómo su padre, Alfonso (o “Fon”, como siempre lo llama Marina), fue ocultado de la vista pública, condenado al ostracismo incluso por sus propios parientes por la enfermedad supuestamente vergonzosa que padecía.

Marina finalmente comprende el origen de la angustia que convirtió a sus  tíos en almas tan peculiares y dañadas. Al llegar a casa familiar, conoce a su abuela paterna, una hipocondríaca malvada y obsesionada con la realeza, que jamás tiene una palabra amable para nadie (“Tus hijos son unos salvajes”, le dice a la esposa de Lois, mientras se dirige a la piscina con sus tacones para reprender a sus nietos por no ducharse antes de meterse en ella). Su abuelo, por su parte, es un reaccionario que afirma que si la España moderna “desapareciera, el mundo sería un lugar mejor”; preside un ritual en el que los jóvenes deben hacer fila para saludarlo, tras lo cual les entrega un billete de 50 euros como recompensa.

En lugar de darle un billete a Marina, el abuelo le entrega un sobre grueso, diciéndole que con eso le bastará para sus estudios; un gesto apenas disimulado que significa su negativa a cambiar los documentos oficialesm devolver el apellido a Fon (y a  Marina) y regresarlos al seno familiar. Furiosa, Marina finalmente deja de lado su reverencia, lo que desencadena su propia rebelión contra la familia y la lleva a una epifanía sobre la espiral de la vida de sus padres hacia la ruina y la muerte.

En Romería, Simón maneja su historia en múltiples niveles a la vez. Además de la narrativa principal —filmada dinámicamente por la directora de fotografía francesa Hélène Louvart, en Cannes también se presenta su trabajo fotográfico en Eleanor the Great de Scarlett Johansson—, Simón también utiliza material de vídeo supuestamente grabado por Marina, así como una voz en off que lee las anotaciones del diario de su madre sobre su vida feliz en Galicia.

Esos brillantes recuerdos de los buenos tiempos se ven rápidamente cuestionados en el fantástico eje central de la película, ya que Simón abandona su característico realismo y ofrece una delirante reconstrucción de las atribuladas vidas de los padres de Marina, sumidos en la neblina de las drogas. A pesar de sus atractivas imágenes, esa secuencia sobrecarga la película con información que es mejor dejar a la imaginación del espectador; después de todo, Romería se configura como la investigación de un secreto familiar por parte de una nieta pródiga, y la verdad debería revelarse a través de las delicadas sutilezas y las revelaciones pausadas de Simón. Por otra parte, con el dossier de prensa describiendo Romería como la última parte de su “ciclo familiar”, este es quizás el intento de la directora de confrontar sus demonios personales antes de pasar finalmente a nuevas pastos e historias. En ese sentido, la compleja interpretación de García —una mezcla de reticencia, persistencia y angustia contenida— ofrece a Simón la mejor manera de traducir todas las ansiedades y angustias de Marina (o las suyas propias) a la pantalla.

Dirección y guion: Carla Simón
Producción: María Zamora
Reparto: Llúcia García, Mitch, Tristán Ulloa, Sara Casasnovas
Fotografía: Hélène Louvart
Editor: Sergio Jiménez
Diseñadora de producción: Mónica Bernuy
Música: Ernest Pipó
Diseñadora de sonido: Eva Valino
Compañía productora: Elástica Films
Ventas internacionales: MK2 Films
Muestra: Cannes Film Festival (Competencia)
En español y francés
115 minutos